Caput in iecore non fuit. La ‘cabeza’ de los cónsules por la salvación de la República
Resumen
Los dioses de Roma eran tenidos por los romanos como sus conciudadanos y sus intereses se identificaban plena y totalmente con los de la ciudad. A ellos les correspondía el papel de guías y consejeros de las acciones de los hombres, particularmente de los hombres de estado. Cuando la guerra alteraba el curso natural de la vida cívica y amenazaba la paz social, las divinidades tomaban las riendas de la situación previniendo a los romanos de las grandes y graves calamidades que se avecinaban y advirtiendo de los esfuerzos extraordinarios que habrían de hacer para acometerlas y minimizar sus efectos. En el curso de determinadas campañas militares contra pueblos extranjeros o en periodos de disputa por el liderazgo político, los dioses consideraron que la preservación de Roma pasaba por el sacrificio de sus cónsules. Su anuncio venía ‘impreso’ en el hígado de una víctima animal y su sentido fatídico afectaba al destino personal de los principales magistrados del estado. Este signum se reconocía en la ausencia de la cabeza del hígado (caput iecoris) del animal sacrificado. La investigación de los once casos conocidos bajo la República –entre ellos los del propio Julio César– y el estudio de la naturaleza del signum mortis son los objetivos principales de este trabajo.
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