Mujeres contemporáneas
soportando el tiempo, animando el cambio
Resumen
La utopía liberal propuso un ámbito privado en el que las mujeres se ofrecían primordialmente a la custodia y el cuidado de las personas con las que convivían. La abnegación infundió al sujeto femenino una cualidad única en la historia, que constituyó la base de las organizaciones burguesas, armoniosas y prósperas. La esencia de la organización propuesta era la negación del conflicto y la propensión al orden. Entretanto, el sujeto masculino se desenvolvía mejor que nunca en el espacio público. Allí, su actuación era plenamente activa y, a diferencia de la de las mujeres en el seno de la sociedad privada, cuantificable en términos económicos y de logros; merecedora pues de reconocimiento y recompensa. Pero, en apenas un siglo, el XIX, las mujeres comenzaron a reconocerse como identidad física y de género, saltándose la fase de identificación y reconocimiento del mundo por la que ya habían pasado los hombres. Hacia el XX intentaron establecer los vínculos de su relación con un mundo que, al haberse confeccionado en tiempos ya remotos, no les llamaba demasiado la atención o simplemente no encajaba con sus gustos. Solo al final del recorrido se incorporarían a la tarea común de identificar la esencia del mundo del que, si bien de aquella extraña manera, también formaban parte.