Y a la Ciencia Política, ¿debiera importarle algo de todo esto que está pasando?
Resumen
El enunciado de Tocqueville de 1835 según el cual “necesitamos una nueva ciencia política para un mundo nuevo” se muestra, hoy, de enorme actualidad. Las modificaciones sustanciales producidas por tres décadas de neoliberalismo han cambiado de manera radical los procesos, las estructuras y los actores que la Ciencia Política estudia. Entre los resultados a considerar: un retroceso democrático sin precedentes desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Los síntomas de ese malestar democrático se ejemplifica en el crecimiento electoral de partidos de extrema derecha a lo largo de todo el globo aunque en nuestro trabajo nos centraremos en Europa. La consolidación de las llamadas democracias iliberales es una manifestación de esa descomposición lenta y silenciosa de la democracia. La Ciencia Política tuvo a la democracia, su defensa y mejora, como un objetivo central de su disciplina desde su nacimiento; de hecho su vitalidad e independencia se relaciona con la vitalidad y calidad de la democracia misma. En el artículo defendemos que no hay verdadera Ciencia Política al margen de la condición y calidad democrática de nuestros sistemas políticos. Los diferentes modelos de autoritarismo terminan por convertir la Ciencia Política en una técnica de gestión del poder. En este contexto, las aportaciones de la Teoría política pueden resultar de la mayor importancia en este momento
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